Claves para entender la situación actual de la ex Yugoslavia e ideas para actuar

Claves para entender la situación actual de la ex Yugoslavia e ideas para actuar

La entrada de Croacia en la UE ha vuelto a situar en la actualidad internacional a los ‘eslavos del sur’. Jonás Candalija analiza la situación actual de las naciones que conformaban la ex Yugoslavia y que aglutinan algunos acontecimientos que permiten comprender de manera global la historia europea.

El caso Gotovina: la puerta giratoria de la injusticia

La antigua Yugoslavia nunca me deja indiferente. He tenido la oportunidad de vivir varios años en Sarajevo y Zadar. Ciudades que me han acogido y en las que he podido conocer a muchas personas que me ayudaron a comprender la intrincada política balcánica, siempre afectada por la coyuntura internacional del momento. Vencedores y vencidos, miles de personas perdieron la vida o la inocencia. Algunas para siempre, otras se recuperan a duras penas de los traumas de la guerra más cruenta en Europa después de la II Guerra Mundial.

Hace unos días, antes de que saltara la noticia a los medios de comunicación internacionales, conocía por un amigo bosnio que el exgeneral croata Ante Gotovina y el exjefe de la policía del mismo país, Mladen Markac, eran absueltos de crímenes de guerra contra los serbios en territorio croata. Tales individuos, que permanecían desde hace algunos años retenidos en la penitenciaria del Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPIY), ya se encuentran de regreso en Croacia, donde fueron recibidos como héroes de guerra. Antes de su detención en 2005 en Tenerife, Gotovina ya contaba con una amplia red de apoyo en territorio croata, también dentro de la propia Administración.

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Sarajevo: el cerco inacabado

escrito por Jonás Candalija (desde Sarajevo)
Image «Hace 13 años, Sarajevo era el Infierno en la Tierra«, las palabras de Mehmed Arifhodzic resuenan frías en la montaña de Jahorina, una de las cinco que rodean la capital de Bosnia y Herzegovina (ByH). Muchas cosas han cambiado en la ciudad donde serbios, croatas y bosniacos convivieron durante siglos, hasta que las bombas se impusieron a las palabras. Vieja costumbre balcánica.

Una lluvia de proyectiles, bombas incendiarias y balas trazadoras cubrió los cielos de la ciudad entre 1992 y 1995. Las fuerzas nacionalistas serbias plantaban cara a la declaración unilateral de independencia de ByH, penúltimo paso en el proceso de desintegración de Yugoslavia. A partir de entonces, el fuego y el miedo devoraron la ciudad durante casi cuatro años. La Biblioteca Nacional, hoy en proceso de reconstrucción, fue pasto de las llamas, al igual que innumerables edificios e inmuebles del centro histórico. Trece años después, la mayor parte de ellos han sido ya rehabilitados, salvo algunos, que descansan en ruinas. Cicatrices del mayor conflicto bélico que ha sufrido Europa desde de la II Guerra Mundial.

Hoy, el casco antiguo sarajevita ha recuperado su pulso. Los cafés de estilo oriental del barrio de Bascarsija se abarrotan a todas horas, al tiempo que las nuevas tiendas de moda italiana reciben clientes en busca de gangas o con la tentación de echar un ojo a las últimas tendencias milanesas. Sin embargo, hay otra parte de la ciudad que se ha quedado anclada en el pasado, en aquel 6 de abril de 1992: comienzo de la catástrofe.

A escasos metros de la Biblioteca Nacional y del centro neurálgico de la ciudad, un pequeño camino empedrado conduce al barrio de Vratnik. Diez minutos de empinada escalinata nos transportan a un conglomerado de calles tortuosas, alejadas del bullicio de la pequeña urbe. El humo de las viejas estufas de leña envuelve el ambiente con una fina niebla artificial. Un olor característico impregna la piel. Los hombres, mujeres y niños del barrio observan con ojos curiosos a los desconocidos.

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Barrio de Vratnik

El tiempo se ha detenido. Los vecinos, habitantes de este microcosmos, se afanan en sus quehaceres diarios, sin prisa pero sin pausa, indiferentes. Negocios de artesanía, viejas tiendas de alimentación y pequeñas mezquitas de madera salpican este paisaje urbano de alma rural. Un detalle salta a la vista. La mayoría de las casas, de ladrillo visto y a medio hacer, han sido reconstruidas. Otras muchas, dispersas, han sido borradas del mapa para siempre. Es la antigua línea del frente.

Los barrios de la periferia de Sarajevo sufrieron más que ningún otro la crueldad y el dolor de la guerra. Sus habitantes, en su mayoría musulmanes, guardan en el rostro las heridas latentes del conflicto. Una mezcla de melancolía y tristeza se mezcla con el aire cargado de Vratnik. Los callejones estrechos y los caminos de tierra impiden en muchos puntos la entrada de los vehículos, separando de manera inexorable a sus habitantes del ajetreo diario de la capital. Un mundo aparte.

Más arriba, una carretera serpenteante indica el punto exacto de la zona de confrontación. A la derecha, una cerca metálica impide el paso a la zona que aún permanece minada. A la izquierda, la pendiente trufada de desperdicios y suciedad desciende hasta la altura de las viviendas. Miles de personas viviendo a escasos metros de los campos minados. Algunos carteles desvencijados advierten al recién llegado: ‘Se encuentra en zona bajo control de las fuerzas armadas’. Herencia de guerra enquistada.

A ambos lados de la vía, que se pierde tras la montaña, pequeños cementerios musulmanes se mezclan con las huertas de algunos campesinos urbanos. El drama y la muerte se palpan a cada paso. La destrucción material y psicológica ha dejado su huella imborrable en esta zona, pero no sólo aquí.

La guerra forzó al exilio a miles de ciudadanos. La elite cultural y política abandonó la ciudad al comienzo del asedio, para no volver jamás. Como contrapartida, el conflicto que se desarrollaba en el resto del territorio de ByH, unido a la creciente tensión interétnica que desembocó en los terribles casos de genocidios, cuyo caso más flagrante es Srebrenica, trajo una oleada de refugiados a la capital. La fisonomía urbana y demográfica de Sarajevo, que un día destacó por su vibrante vida artística y cultural, se transformó en una atmósfera de provincianismo, adquirida de manera casi inconsciente.

Image La Jerusalén de Occidente quedó reducida a un gueto, que forjó la personalidad de los cientos de miles de personas que sobrevivieron al asedio y que hoy viven principalmente en la periferia. La diversidad étnica de siglos se desintegró, a favor de una mayoría incontestable de población musulmana proveniente de todos los rincones de ByH. Como consecuencia, los valores y símbolos islámicos se han afianzado como símbolo de la ciudad, reivindicación cultural en respuesta a los agravios de la guerra (la mayoría de las victimas fueron bosniacos musulmanes).


Image Bosnia y Herzegovina se prepara para firmar en los próximos meses el Acuerdo de Estabilización y Asociación con la Unión Europea, paso previo para su futuro ingreso en la comunidad. Muchas esperanzas están depositadas en Bruselas. Sin embargo, persisten problemas inquietantes. La República Srpska, parte integrante de Bosnia y Herzegovina y que aglutina a la población serbobosnia del país, ha amenazado con seguir el ejemplo de Kosovo e independizarse. Asimismo, el Estado central se encuentra atenazado por las políticas sectarias de los distintos partidos, que no vislumbran una nación única más allá del grupo étnico al que representan. El camino hacia la normalización será largo y lleno de contratiempos. Y este camino pasa por la superación definitiva de los estigmas de la guerra. Estigmas que son más visibles y palpables en barrios como Vratnik y Breka, donde la guerra, al menos en los corazones de la gente, todavía no ha terminado.

República Srpska: ¿un nuevo Kosovo?

Mientras el primer ministro serbio, Vojislav Kostunica, jaleaba a los manifestantes congregados en el centro de Belgrado para mostrar su oposición a la declaración de independencia de Kosovo, unos kilómetros más al oeste, en Banja Luka, sede administrativa de la República Srpska (RS) de Bosnia y Herzegovina (ByH), otro nutrido grupo de manifestantes, la mayoría estudiantes, se enfrentaba a la policía junto al Consulado de Estados Unidos, con el objetivo de mostrar su rechazo al nacimiento del nuevo Estado de mayoría albanokosovar. El primer ministro de la entidad serbia de ByH, Milorad Dodik, presente en la manifestación de Belgrado, no escondía sus intenciones: “Nosotros vivimos en Bosnia pero miramos a Serbia”. Este hecho, que apenas ha acaparado la atención de los medios de comunicación internacionales, no debe considerarse un hecho menor.

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El jueves 21 de febrero, en una sesión extraordinaria, el Parlamento de la RS aprobó una resolución que tilda la proclamación de independencia de Kosovo de “acto que atenta contra la integridad territorial de Serbia y supone un nuevo precedente legal”. La misma resolución añade más adelante: “Este Parlamento considera que tiene el derecho a decidir el estatus legal de la República Srpska a través de un referéndum popular”. Tras esta declaración, el principal partido de la oposición en este territorio de mayoría serbo-bosnia ya ha manifestado su intención de que el Gobierno autónomo inicie cuanto antes el proceso político que lleve a la secesión del territorio de ByH.

El Alto Representante de la Comunidad Internacional en ByH, Miroslav Lajcak, no esconde su preocupación: “no aceptaremos ningún intento de desestabilización. La soberanía e integridad territorial de ByH no admiten discusión”. Sin embargo, pese a esta declaración solemne amparada en los Acuerdos de Dayton, los indicios señalan que la situación política interna en el país balcánico está a punto de estallar. La presencia policial en las calles de la capital, Sarajevo, se ha reforzado de manera notable en los últimos días, mientras los representantes de organismos y embajadas internacionales han hecho un llamamiento a los políticos serbo-bosnios para que detengan la creciente crispación nacionalista, sin aparente resultado.

Así, el martes 26 se convocó una nueva manifestación en Banja Luka, bajo el lema: ‘Kosovo – Corazón de Serbia’. Los colegios suspendieron las clases y la compañía pública de transportes fletó autobuses gratuitos en todo el territorio para asistir a este acto de exaltación nacionalista, al que también acudieron dirigentes del gobierno de RS, en un claro apoyo a las posiciones secesionistas.

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Las comunidades bosnio musulmanas y croatas que permanecen en la región de mayoría serbo-bosnia se mantienen expectantes ante este nuevo resurgir del nacionalismo serbio más radical. En declaraciones al diario digital Balkan Insight, Munib Omanovic, bosnio musulmán expulsado de Banja Luka durante la guerra de 1992-95, y que volvió a la ciudad en 1998, se muestra temeroso ante el futuro, “las iras contra Kosovo pueden canalizarse pronto hacia nosotros”.

En este contexto, y ante la amenaza de un nuevo conflicto, se hace indispensable un gran acuerdo de unidad nacional que refuerce el Estado central multiétnico de ByH, en un último intento por preservar la paz amenazada por los recientes acontecimientos en Kosovo.