El móvil lanza su melodía al aire en la oscuridad de la noche. Dejo el vaso de vino tinto y descuelgo. La voz es familiar. No logro distinguir el acento, una mezcla del sur con cierto aire levantino. Bajo el volumen de la televisión y escucho. La historia es verosímil. El vino blanco ha tomado posiciones en torno a su pequeña casa y debe rendirse. Me comenta que no ha opuesto resistencia. Le comento la posibilidad de negociar una rendición ventajosa, a cambio de tres botellas. Ella lo intenta. Objetivo conseguido. El vino blanco se repliega a sus antiguas posiciones y mi amiga consigue sus tres botellas, a cambio de una pequeña intoxicación etílica y un virus desconocido, un tal H1N1. El virus se queda en su hogar.
El gato, intuyendo el peligro, ya había escapado, llevando consigo un pequeño frasco de perfume. El elixir de la felicidad.