Lito

La bicicleta hace equilibrios en la barandilla, indiferente.Mi cabeza desciende a la altura del asfalto caldeado por el sol de la mañana y apoyo la oreja. Escucho el retumbar de mis pasos perdidos. El tintineo de pedaleos pasados se intuye, enterrado entre las rocas de la costa. Brisas perdidas en el baúl de la melancolía danzan al son del viento meridional. Mis ojos se cierran y miran al interior de mi alma. Imágenes de playas, islas, pueblos y ciudades se materializan en fotogramas oníricos. Mi oido se entierra en adoquines antiguos. La bura azota con fuerza, insuflando aire a velas y pulmones sedientos. Los recuerdos de una vida pasada se mezcla con el rubor del agua salada. Levanto la cabeza y vuelvo a empuñar la bicicleta. Kolovare se extiende ante mí. Al final del camino, el órgano de mar o, quizás, la eternidad

El sueño de una noche de verano

…la brisa se desliza serpenteante por la ventana. Ráfagas constantes que hacen vibrar el cristal, que turban las persianas. Las horas de oscuridad discurren inmersas en sueños. La cama parece suspendida en el aire, envuelta en una nube de estrellas. Las sábanas caen sobre el parquet, en un intento de dejarse llevar por la paz narcótica de la oscuridad. Amanece y la radio activa de nuevo las ondas. El descanso ha sido óptimo. El sol levanta el vuelo y una sensación de bienestar penetra en el alma. Las turbaciones del espíritu parecen disiparse tras el sueño. Las inquietudes, miedos y penas despiertan almidonados, enterrados en los recovecos de la mente. Un placer que comienza a desmoronarse después de la ducha, cuando la monotonía vuelve a ocupar sus horas en nuestra vida. El tren se lleva lejos el recuerdo de una noche de felicidad.

...el descanso irremediable del guerrero
...el descanso irremediable del guerrero